En el mes de Febrero de 1990, la nave Voyager, lanzada desde nuestro planeta hacia el exterior del sistema solar, se encontraba ya en los límites del mismo, cuando obtuvo y transmitió una última fotografía de la Tierra (desde una distancia que tal vez el hombre no vuelva a alcanzar en muchas décadas).
Desde ese horizonte, la Tierra no reviste ninguna característica única o especial que provoque un interés específico. Es un punto de luz más en un inmenso océano negro lleno de puntos luminosos. Pero para nosotros es distinto.
Según lo expresa Carl Sagan (astrónomo, escritor y divulgador científico del siglo XX) en su libro Un punto azúl pálido - Una visión del futuro humano en el espacio: "... nuestro planeta no es más que una solitaria mota de polvo en la gran oscuridad cósmica. La Tierra es el único mundo hasta hoy conocido que alberga vida, y es por el momento nuestro único hábitat. Quizá no haya mejor demostración de la locura de la vanidad humana que esa imagen a la distancia de nuestro minúsculo mundo."
El reconocer nuestro carácter de minúsculo subsistema que ocupa un sitio nada central en una no muy destacada constelación entre los cientos de miles de millones de galaxias que componen el Universo, nos permitirá recapacitar sobre el rol que debemos desempeñar como transitorios ocupantes y administradores de este planeta.
En este breve video, que muestra la imagen de la Tierra vista desde los confines del Sistema Solar, Carl Sagan nos invita a reflexionar acerca del comportamiento observable de la especie humana respecto de los demás individuos y del propio planeta.
En este breve video, que muestra la imagen de la Tierra vista desde los confines del Sistema Solar, Carl Sagan nos invita a reflexionar acerca del comportamiento observable de la especie humana respecto de los demás individuos y del propio planeta.
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